lunes, 14 de diciembre de 2009

Polvo de las estrelllas

El premio Nóbel
Francis H.C. Crick,
bioquímico inglés, que en 1953 descubrió la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN), adoptó a finales de 1981 una postura sorprendente al afirmar que en sus orígenes nuestra especie fue creada por una supercivilización galáctica…
«Cuando el sistema solar estaba empezando a configurarse» —dice— «en alguna parte de la galaxia existía una civilización que debía hallarse en el grado de progreso en que nosotros nos encontramos ahora, aproximadamente. Esos seres, bastante parecidos a nosotros, indudablemente, comenzaban a trabajar con la vida».

«Esos seres sembraron la Tierra
igual que nosotros sembraremos quizá mañana un mundo lejano, todas cuyas probabilidades de llevar a la vida a su término más elevado, la inteligencia, estarán determinadas de antemano por nosotros.» En su libro Life itself (La vida misma) Francis H.C. Crick expone todos los argumentos de su tesis.

Pero pasemos a un hecho más concreto que sorprenderá al lector, las tablillas de la civilización Sumeria en la región histórica del oriente cercano formada por la parte sur de la antigua Mesopotamia, entre las planicies aluviales de los ríos Éufrates y Tigres, en lo que hoy es Irak. Es considerada como la primera y más antigua civilización del mundo. Los sumerios utilizaron los jeroglíficos pictóricos que más tarde se convirtió en escritura cuneiforme sobre piedra o tablillas de arcilla.



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