martes, 15 de diciembre de 2009

Tonantzin es Guadalupe



Guadalupe reemplazó a la deidad femenina nativa: Tonantzin (Quilaztli, o Teteoinnan, o Centéotl), es decir «nuestra madrecita», a quien concebían como una doncella propia, de pelo largo en trenzas ajustadas a la cabeza en forma de corona, con un tocado de plumas de quetzal, y falda con símbolos de fertilidad, portando en sus manos mazorcas de maíz… Virgen a la cual Moctezuma y más de cinco mil danzantes honraban alrededor de los Teocalli, que eran sus templos.

Un día, Coatlicue, la diosa madre, estaba orando en el templo del Sol, cuando recibió del cielo una corona de plumas de colibrí, la cual puso sobre su seno, e inmediatamente quedó encinta. En su vientre comenzó a formarse el dios de la guerra, Huitzilopochtli. Sin embargo, no todos estaban contentos con ese designio divino.

Su hija, Coyolxauhqui, diosa de la Vía Láctea, se puso furiosa por lo que consideró deshonra de su madre y llamó a sus hermanos, los Centzon-Huitznahuas, las 400 estrellas meridionales, para castigar a su progenitora con la muerte.


Pero el propio Huitzilopochtli los contuvo al salir del vientre de su madre, revestido con una armadura azul, con la cabeza y la pierna izquierda adornadas con plumas de colibrí y una jabalina azul en la diestra. El dios guerrero mató a sus hermanos, sirviéndose de Xiuhcoaltl, la serpiente de fuego, su atributo distintivo.


Así, ella, la divina Coatlicue dio vida a Huitzilopochtli, también conocido como Mexitl, quien ordenara la migración de su pueblo al borde del lago de Texcoco, donde fundaron su capital. Por eso de su nombre Mexitl se deriva la palabra México.

Y en el nuevo asentamiento, los mexicas, aztecas o tenochcas dedicaron el cerro del Tepeyac para adorar a Coatlicue, la de la falda de serpientes, señora de la vida, la muerte y la fertilidad.

De todas partes de Mesoamérica llegaban las peregrinaciones al Tepeyac a agradecerle a la madre de dioses, madre virgen, sus preciados dones.

Desde la altura de su cerro, Coatlicue, también llamada Tonantzin, vio con horror cómo un grupo de forajidos que arribaron, allende los mares, tomaron el control de Tecnochtitlán el 13 de agosto de 1521. Los conquistadores destruyeron y mataron todo a su paso, e impusieron dioses extraños a los mexicas, junto con ritos religiosos igualmente extraños.

Pero los mexicas nunca la olvidaron. Las multitudinarias romerías arribaban al cerro del Tepeyac a llorar su desventura a la Tonantzin. Sin importar la imposición del panteón católico, los ahora denominados indios insistían en adorarla a ella, madre de los dioses, para agradecerle sus dones.

Así, de la mano del sincretismo religioso, del temor a ser considerados idólatras, la Tonantzin se fue transformando en la Guadalupana, pues ambas eran diosas vírgenes y madres. (AMC-tomado de la Red)

Carlos Fuentes asegura
cómo «De un golpe maestro, las autoridades españolas transformaron al pueblo indígena de hijos de una mujer violada en hijos de la purísima virgen». Y surge la virgen morena, con todos los rasgos étnicos que agradaran a sus seguidores, y con el tiempo le fueron agregando decoraciones en la tilma de 1,67 m por 1,04 m. con una sutura en medio que va de arriba a abajo; la imagen ocupa 1,42 m. La Virgen es sostenida por un ángel con las alas desplegadas…

Ilustra la entrada un perfil de Midelka, quien da idea de las facciones de la mujer guatemalteca, medio celestre y medio terrestre...

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